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LITURGIA COTIDIANA 5 DE FEBRERO DE 2024: Santa Águeda

 



LITURGIA COTIDIANA 5 DE FEBRERO DE 2024: Santa Águeda, v. y mr. (MO). Rojo.

Leccionario Santoral: 1Cor 1, 26-31; Sal 30, 3-4. 6. 8. 16-17; Lc 9, 23-26.

LECTURA 1Rey 8, 1-7. 9-13

Lectura del primer libro de los Reyes.

El rey Salomón reunió junto a él en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los príncipes de las casas paternas de los israelitas, para subir el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David, o sea, desde Sión. Todos los hombres de Israel se reunieron junto al rey Salomón en el mes de Etaním –el séptimo mes– durante la Fiesta. Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los sacerdotes levantaron el Arca, y subieron el Arca del Señor, con la Carpa del Encuentro y todos los objetos sagrados que había en la Carpa. Los que trasladaron todo eso fueron los sacerdotes y los levitas. Mientras tanto, el rey Salomón y toda la comunidad de Israel, reunida junto a él delante del Arca, sacrificaban carneros y toros, en tal cantidad que no se los podía contar ni calcular. Los sacerdotes introdujeron el Arca de la Alianza en su sitio, en el lugar santísimo de la Casa –el Santo de los santos– bajo las alas de los querubines. Porque los querubines desplegaban sus alas sobre el sitio destinado al Arca, y resguardaban por encima el Arca y sus andas. En el Arca se encontraban únicamente las dos tablas de piedra que Moisés, en el Horeb, había depositado allí: las tablas de la Alianza que el Señor había hecho con los israelitas a su salida de Egipto. Mientras los sacerdotes salían del Santo, la nube llenó la Casa del Señor, de manera que los sacerdotes no pudieron continuar sus servicios a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba la Casa. Entonces Salomón dijo: «El Señor ha decidido habitar en la nube oscura. Sí, yo te he construido la Casa de tu señorío, un lugar donde habitarás para siempre». Palabra de Dios.

Comentario: Todo el período de Salomón, como rey, está asociado con la construcción del Templo de Jerusalén. Allí encontró morada definitiva el Arca de la Alianza. Lo acompaña la nube como representación de la presencia del Señor en medio de su Pueblo. Esta presencia de Dios en medio de su Pueblo es una de las coordenadas que termina en el misterio de la Encarnación, por el que Dios viene a vivir no en forma de «nube» ni de «nombre», sino personalmente en medio de nosotros.


SALMO Sal 131, 6-10

R. ¡Levántate, Señor, entra en tu Santuario!

Oímos hablar del Arca en Efratá, y la encontramos en los campos de Jaar. ¡Entremos en su Morada, postrémonos ante el estrado de sus pies! R.

¡Levántate, Señor, entra en el lugar de tu Reposo, Tú y tu Arca poderosa! Que tus sacerdotes se revistan de justicia y tus fieles griten de alegría. Por amor a David, tu servidor, no rechaces a tu Ungido. R.


ALELUIA Cf. Mt 4, 23

Aleluia. Jesús proclamaba la Buena Noticia del Reino y sanaba todas las dolencias de la gente. Aleluia.


EVANGELIO Mc 6, 53-56

Evangelio de nuestro Señor Jesu-cristo según san Marcos.

Después de atravesar el lago, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que Él estaba. En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban sanos. Palabra del Señor.

Comentario: La divinidad de Jesús es un objeto de fe y la fe es un don gratuito de Dios. Es más, la fe precede a los «milagros». No obstante, la capacidad de hacer milagros de Jesús no debiera conturbar a un creyente; por lo tanto, más importante es lo que Jesús, como hombre de su tiempo, hizo a sus paisanos. Su forma de actuar se puede proponer como un esquema de Evangelio que anuncia una buena noticia y que impulsa a actuar de manera positiva y éticamente.

Hoy se celebra a Santa Águeda de Catania, virgen y mártir, patrona de las enfermeras



Cada 5 de febrero la Iglesia recuerda a Santa Águeda de Catania -a veces también llamada “Ágata”-, una joven que consagró su virginidad a Dios y que murió martirizada durante la persecución organizada por el emperador romano Decio en el siglo III.

Águeda nació en Catania, Sicilia, sur de Italia, hacia el año 230. Como muchas mujeres de su tiempo, decidió consagrar su vida a Jesucristo manteniéndose virgen.

Desposada con Jesucristo

En los días de la persecución de Decio, el procónsul Quintianus (Quinciano), gobernador de Sicilia, se enamoró de Águeda y la pretendió en matrimonio. Sin embargo, la joven rechazó cada una de sus propuestas.

Las constantes negativas incomodaron tremendamente al procónsul, quien ordenó que fuese llevada a un prostíbulo como castigo. Contra lo que Quintianus esperaba, en aquél triste lugar, Águeda se las arregló para evitar toda ocasión que pudiera poner en riesgo la promesa que le había hecho al Señor. Y, como si esto fuera poco, muchas mujeres sometidas a ese mundo que las trataba como mercancía se convirtieron a Cristo y salvaron sus vidas.

Puesto sobre aviso, Quintianus mandó someter a Santa Águeda a una seguidilla de mofas e insultos, y luego ordenó que fuera torturada. Sus verdugos, en un arranque de insanía, le cortaron los senos. Cierta hagiografía conserva sus palabras ante tamaña maldad: “Cruel tirano, ¿no te da vergüenza torturar en una mujer el mismo seno con el que de niño te alimentaste?”.

Curada por San Pedro, fortalecida por la Iglesia

La tradición señala que Águeda logró sobrevivir milagrosamente a los espantos y crueldades que se cometieron con ella, y se dice que, durante la noche en la que se desangraba, el apóstol San Pedro se le apareció para curar sus heridas y animarla a permanecer firme.

Al amanecer, cuando los guardias se percataron de que la mujer estaba repuesta, los verdugos reanudaron las torturas y Águeda acabó entregando la vida. Era el día quinto del mes segundo (5 de febrero) del año 251.

El milagro del Etna

Al cumplirse un año del martirio de Santa Águeda, el volcán Etna entró en erupción. La lava que podía expandirse por las faldas del volcán amenazaba con destruir Catania. Entonces, algunos de sus pobladores, quienes recordaban con afecto y admiración a la joven mártir, pidieron su intercesión para que se detenga la furia de la naturaleza.

Milagrosamente, el mar de roca encendida y ceniza que empezó a desplazarse jamás alcanzó la ciudad. En agradecimiento, Catania y otras ciudades aledañas eligieron a Águeda como santa patrona.

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