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Liturgia de la Palabra, 11 de Abril

 


Feria - Semana 5° de la Cuaresma - Morado - San Estanislao


PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Jeremías 20, 10-13

En aquel tiempo, dijo Jeremías: “Yo oía el cuchicheo de la gente que decía: ‘Denunciemos a Jeremías, denunciemos al profeta del terror’. Todos los que eran mis amigos espiaban mis pasos, esperaban que tropezara y me cayera, diciendo: ‘Si se tropieza y se cae, lo venceremos y podremos vengarnos de él’. Pero el Señor, guerrero poderoso, está a mi lado; por eso mis perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e inolvidable. Señor de los ejércitos, que pones a prueba al justo y conoces lo más profundo de los corazones, haz que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa. Canten y alaben al Señor, porque Él ha salvado la vida del pobre de la mano de los malvados”.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL

Salmos 17 

R. Sálvame, Señor, en el peligro.

• Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, / el Dios que me protege y me libera. R/.

• Tú eres mi refugio, / mi salvación, mi escudo, mi castillo. / Cuando invoqué al Señor de mi esperanza, / al punto me libró de mi enemigo. R/.

• Olas mortales me cercaban, / torrentes destructores me envolvían; / me alcanzaban las redes del abismo / y me ataban los lazos de la muerte. R/.

• En el peligro invoqué al Señor, / en mi angustia le grité a mi Dios; / desde su templo, Él escuchó mi voz / y mi grito llegó a sus oídos. R/.

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Juan 10, 31-42

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras para apedrearlo. Jesús les dijo: “He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?”. Le contestaron los judíos: “No te queremos apedrear por ninguna obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un hombre, pretendes ser Dios”. Jesús les replicó: “¿No está escrito en su ley: Yo les he dicho: ustedes son dioses? Ahora bien, si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la Palabra de Dios (y la Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es que a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, me llaman blasfemo porque he dicho: ‘Soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre”. Trataron entonces de apoderarse de Él, pero se les escapó de las manos. Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado en un principio y se quedó allí. Muchos acudieron a Él y decían: “Juan no hizo ninguna señal prodigiosa; pero todo lo que Juan decía de este, era verdad”. Y muchos allí creyeron en Él.

Palabra del Señor.

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