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Liturgia del 2 de enero: Santos Basilio Magno y Gregorio de Nacianzo

 



LITURGIA COTIDIANA 2 DE ENERO DE 2024: Santos Basilio Magno y Gregorio de Nacianzo, os. y ds. (MO). Blanco.

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LECTURA 1Jn 2, 22-28

Lectura de la primera carta de san Juan.

Hijos míos: ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el Anticristo: el que niega al Padre y al Hijo. El que niega al Hijo no está unido al Padre; el que reconoce al Hijo también está unido al Padre. En cuanto a ustedes, permanezcan fieles a lo que oyeron desde el principio: de esa manera, permanecerán también en el Hijo y en el Padre. La promesa que Él nos hizo es ésta: la Vida eterna. Esto es lo que quería escribirles acerca de los que intentan engañarlos. Pero la unción que recibieron de Él permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Y ya que esa unción los instruye en todo y ella es verdadera y no miente, permanezcan en Él, como ella les ha enseñado. Sí, permanezcan en Él, hijos míos, para que cuando Él se manifieste, tengamos plena confianza, y no sintamos vergüenza ante Él en el Día de su Venida. Palabra de Dios.

Comentario: La persona de Jesús toma relevancia no solo desde que irrumpe en el mundo, sino también cuando acontezca su Segunda venida. Porque a él se opone el Anticristo, es decir, el mentiroso, que es la representación del mal y la negación del propio Cristo. Por eso, quienes profesan con el corazón y la boca que Jesús es el Hijo de Dios se apartan de toda apostasía e incredulidad y se constituyen en «fieles» seguidores del Señor.


SALMO Sal 97, 1-4

R. ¡El Señor manifestó su victoria!

Canten al Señor un canto nuevo, porque Él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.

Los confines de la tierra han contem­plado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.


ALELUIA Heb 1, 1-2

Aleluia. Después de haber hablado a nuestros padres por medio de los profetas, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo. Aleluia.


EVANGELIO Jn 1, 19-28

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Éste es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para pregun­tarle: «¿Quién eres tú?». Él confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: Yo no soy el Mesías». «¿Quién eres, entonces?», le preguntaron: «¿Eres Elías?». Juan dijo: «No». «¿Eres el Profeta?». «Tampoco», respondió. Ellos insistieron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Y él les dijo: «Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías». Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: «¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías ni el Profeta?». Juan respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: El viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia». Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba. Palabra del Señor.

Comentario: Ante la autoridad judía, el Bautista confiesa que él no es el Mesías, ni el profeta ni Elías, ya que su testimonio es «profético»; por tanto, él prepara la llegada de Jesús. Su único propósito es dar a co­nocerlo. Por esta razón a Jesús se le debe buscar y descubrir, sobre todo a partir de su resurrección. Aquella búsqueda y descu­brimiento lo hicieron los propios Apóstoles y continúa haciéndolo cada creyente en el encuentro personal y comunitario con el Cristo, resucitado.

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