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Liturgia de la Palabra: Evangelio y lecturas de este miércoles 15

Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia. Lecturas del Miércoles de la XXVIII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (2,1-11):

Tú, el que seas, que te eriges en juez, no tienes disculpa; al dar sentencia contra el otro te condenas tú mismo, porque tú, el juez, te portas igual. Todos admitimos que Dios condena con derecho a los que obran mal, a los que obran de esa manera. Y tú, que juzgas a los que hacen eso, mientras tú haces lo mismo, ¿te figuras que vas a escapar de la sentencia de Dios? ¿O es que desprecias el tesoro de su bondad, tolerancia y paciencia, al no reconocer que esa bondad es para empujarte a la conversión? Con la dureza de tu corazón impenitente te estás almacenando castigos para el día del castigo, cuando se revelará el justo juicio de Dios, pagando a cada uno según sus obras. A los que han perseverado en hacer el bien, porque buscaban contemplar su gloria y superar la muerte, les dará vida eterna; a los porfiados que se rebelan contra la verdad y se rinden a la injusticia, les dará un castigo implacable. Pena y angustia tocarán a todo malhechor, primero al judío, pero también al griego; en cambio, gloria, honor y paz a todo el que obre. el bien, primero al judío, pero también al griego; porque Dios no tiene favoritismos

Palabra de Dios

Salmo

Sal 61,2-3.6-7.9

R/. Tú, Señor, pagas a cada uno según sus obras


Sólo en Dios descansa mi alma,

porque de él viene mi salvación;

sólo él es mi roca y mi salvación,

mi alcázar: no vacilaré. R/.


Descansa sólo en Dios, alma mía,

porque él es mi esperanza;

sólo él es mi roca y mi salvación,

mi alcázar: no vacilaré. R/.


Pueblo suyo, confiad en él,

desahogad ante él vuestro corazón,

que Dios es nuestro refugio. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,42-46):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»

Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»

Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»

Palabra del Señor

Reflexión del Evangelio de hoy: "El alma que anda en Amor"

El pasaje del Eclesiástico nos abre a la experiencia de quienes han puesto a Dios en el centro de su vida. Hoy 15 de octubre, que en la Iglesia celebramos a Santa Teresa de Jesús, nos fijamos en su testimonio, en la vida de entrega de una mujer que indudablemente supo poner a Dios en el centro, dejando que su alma, encontrase “su morada” en Él. Y esto, como nos dice la lectura del libro del Eclesiastés, no es tanto cumplir deberes, sino descubrir que el Amado habita dentro y da paz. La alegría no nace de fuera, sino de saberse en compañía del Señor que nunca se ausenta.

Para Teresa, esta unión con Dios se convierte en Amistad -en mayúsculas-, y la amistad profunda da gozo, da descanso, da libertad y da paz. Así, quien busca la sabiduría de Dios experimenta que su corazón se ensancha. No vive con miedo, sino con la confianza de un hijo que se sabe querido. Esa unión con Dios es la que transforma la existencia y la vuelve luminosa.

El texto habla de gloria, de gozo y de herencia. Todas ellas son imágenes de la comunión que Dios nos ofrece a sus hijos e hijas. Una comunión que comienza ya aquí y ahora, en lo cotidiano de cada día. No es un premio lejano, sino una experiencia viva que se percibe en el presente.

El secreto está en que quien se deja abrazar por la sabiduría de Dios siente que su vida es plena, es feliz y lo transmite, lo predica. Incluso en medio de dificultades, de las cruces personales de cada día, hay un gozo sereno que nada puede apagar. Cuando Dios es el centro de nuestras vidas, el corazón se ensancha y se vuelve agradecido. Y en ese agradecimiento se manifiesta la verdadera alegría que proviene de Dios

"Nada te turbe"

Este Evangelio nos recuerda que el camino de la vida no se realiza en solitario. Dios camina a nuestro lado, acompañando, cuidando, consolando, siendo roca, siendo impulso. Quien se acerca a Él con humildad descubre en su presencia la plenitud de la gracia.

Nos recuerda el Evangelio de hoy, como decía Santa Teresa, que “solo Dios basta”, porque en Él el alma encuentra alivio y descanso verdadero. Ella sabía, por experiencia, que en medio de las fatigas y dificultades la paz verdadera nace del Señor. Cuando el alma se acerca a Él, descubre una fuente de descanso. Así Dios, por medio de este Evangelio, nos llama a acudir a Él cuando la carga sea pesada.

Y es que, al compartir nuestras cargas con Él y con la comunidad, suceden cosas hermosas como que aquello que parecía insoportable se vuelve más ligero cuando dejamos que otros lo conozcan y lo lleven con nosotros. Sólo el hecho de hablar con confianza, en un espacio de amor, disminuye la ansiedad y nos ayuda a respirar con más serenidad.

Compartir las cruces con Dios fortalece la certeza de que formamos parte de una comunidad que cuida y acompaña. Pedir ayuda a Dios, nos recuerda que no somos autosuficientes y abre el corazón a la gracia. Y cuando el peso se reparte, nace la alegría compartida y florece también la capacidad de agradecer y de celebrar el amor de Dios.

Quien a Dios tiene

nada le falta:

solo Dios basta

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