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26 de septiembre: Celebramos a Cosme y Damián, mártires, hermanos gemelos y patronos de los médicos





Cada 26 de septiembre se celebra a los mártires San Cosme y San Damián, los hermanos gemelos dedicados a la medicina que murieron martirizados durante la persecución del emperador Diocleciano, en el siglo III.

Junto a San Lucas Evangelista, estos hermanos son considerados habitualmente como los santos patronos de médicos y cirujanos.

Médicos ejemplares

Según la tradición, Cosme y Damián nacieron en algún lugar de la Arabia peninsular, entre Asia y África. Aprendieron ciencias en Siria y destacaron en el campo de la medicina de aquellos tiempos. Se dice, además, que estos mártires realizaron numerosas curaciones milagrosas. Sus vidas evocan proezas y milagros: alivio de dolores extremos, sanación de extrañas enfermedades e, incluso, sorprendentes cirugías -incluyendo un milagroso trasplante de pierna-; todo hecho con los mínimos recursos con los que se contaba en la época.

Ambos se hicieron de gran fama y la gente llegó a apreciarlos muchísimo, en concreto, porque nunca pidieron dinero a cambio del servicio que prestaban. En Oriente, aún hoy, se les llama “los santos sin dinero” (anargiros o enemigos del dinero).

Cosme y Damián entendieron a la perfección que ponerse al servicio de la gente era una manera de anunciar a Cristo, Servidor de la humanidad; así como de servirlo. Ellos sabían muy bien que el servicio es algo que compromete de palabra y acción, que además mueve a la oración constante y que llena el corazón de amor a los demás.

Testigos de Aquél que cura toda herida y enfermedad

Los hermanos continuaron gozando del cariño y respeto de sus coetáneos. Lamentablemente, durante la persecución de Diocleciano (e. 284- ca.305), ambos fueron apresados por ser cristianos y después condenados a muerte.

Dios quiso manifestarse a través de ellos y por eso les concedió una gran fortaleza. Fueron varios los intentos para quitarles la vida que no dieron resultado. Se dice que primero los arrojaron al mar atados a pesadas rocas para que se ahogaran; no funcionó, pues las ataduras se soltaron una y otra vez de manera inexplicable. Luego, ante el fracaso de los primeros verdugos, se les quiso matar a flechazos. Ninguno de los arqueros pudo asestar un golpe mortal.

Moribundos, los hermanos fueron echados en la hoguera, pero el fuego no les hizo daño. Finalmente, a la usanza romana, los verdugos los ejecutaron cortándoles la cabeza. Eran los violentos inicios del siglo IV.

La misión de los santos

Después de muertos, cuenta la tradición, Cosme y Damián siguieron apareciéndose en sueños a mucha gente. Particularmente a los enfermos que imploraban su intercesión. Estos obtenían alivio en el dolor o la anhelada curación.

Hoy, muchos fieles siguen recurriendo a la intercesión de los médicos mártires. Se hace para pedir la curación de alguna enfermedad que se padece, o la de un familiar o amigo.

La imagen de los mártires suele estar en algún hospital, enfermería, consultorio médico o sala de espera, como recuerdo o símbolo de que en los momentos difíciles Dios siempre nos envía alguien para que nos asista o nos ayude.

Patronazgo y legado: la espada

San Cosme y Damián, además de ser patrones de los médicos y cirujanos, también lo son de los farmacéuticos y dentistas, así como de aquellos que ejercen oficios -servicios al fin y al cabo- como la peluquería, o los trabajos de acondicionamiento y limpieza que se realizan en playas y balnearios.

De acuerdo a cierta tradición, hoy se conserva la espada con que fueron decapitados ambos mártires en la catedral de Essen, Alemania. Esta lleva la siguiente inscripción: “Gladius cum quo decolatti fuerunt nostri patroni” [La espada con la que nuestros patronos fueron decapitados].


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