LO NUEVO

Breaking News

Liturgia Cotidiana 19 de febrero



De la feria. Verde.

LECTURA Gn 7, 6-7; 8, 6-13. 20-22

Lectura del libro del Génesis.

Cuando las aguas del Diluvio se precipitaron sobre la tierra, Noé entró en el arca con sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las aguas. Al cabo de cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca, y soltó un cuervo, el cual revoloteó, yendo y viniendo hasta que la tierra estuvo seca. Después soltó una paloma, para ver si las aguas ya habían bajado. Pero la paloma no pudo encontrar un lugar donde apoyarse, y regresó al arca porque el agua aún cubría toda la tierra. Noé extendió su mano, la tomó y la introdujo con él en el arca. Luego esperó siete días más, y volvió a soltar la paloma fuera del arca. Ésta regresó al atardecer, trayendo en su pico una rama verde de olivo. Así supo Noé que las aguas habían termi­nado de bajar. Esperó otros siete días y la soltó nuevamente. Pero esta vez la paloma no volvió. La tierra comenzó a secarse en el año seiscientos uno de la vida de Noé, el primer día del primer mes. Noé retiró el techo del arca, y vio que la tierra se estaba secando. Luego Noé levantó un altar al Señor, y tomando animales puros y pájaros puros de todas clases, ofreció holocaustos sobre el altar. Cuando el Señor aspiró el aroma agradable, se dijo a sí mismo: «Nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque los de­signios del corazón humano son malos desde su juventud; ni tampoco volveré a castigar a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo. De ahora en adelante, mientras dure la tierra, no cesarán la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche». Palabra de Dios.

Comentario: El relato sobre el diluvio es una autocrítica de Israel, porque ha fraca­sado en su vocación al servicio de la justicia y de la vida. Además, Israel, como pueblo escogido, se dejó dominar por la tendencia acaparadora y egoísta del ser humano y terminó hundiéndose en su soberbia, pues el abandono de la justicia y el compromiso con la vida trae como consecuencia verda­deras catástrofes.


SALMO Sal 115, 12-15. 18-19

R. ¡Te ofreceré un sacrificio de alaban­za, Señor!

¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salva­ción e invocaré el Nombre del Señor. R.

Cumpliré mis votos al Señor, en pre­sencia de todo su pueblo. ¡Qué peno­sa es para el Señor la muerte de sus amigos! R.

Cumpliré mis votos al Señor, en pre­sencia de todo su pueblo, en los atrios de la Casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. R.


ALELUIA Cf. Ef 1, 17-18

Aleluia. El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestros corazones, para que podamos valorar la esperanza a la que hemos sido llamados. Aleluia.


EVANGELIO Mc 8, 22-26

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.

Cuando Jesús y sus discípulos, lle­garon a Betsaida, le trajeron un ciego a Jesús y le rogaban que lo tocara. Él tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: «¿Ves algo?». El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: «Veo hombres, como si fueran árboles que caminan». Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó sano y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndo­le. «Ni siquiera entres en el pueblo». Palabra del Señor.

Comentario: El ciego de Betsaida repre­senta a todos aquellos que no logran “reco­nocer” el proyecto de Dios en sus vidas. A su vez, la sanación, que es aún imperfecta, prefigura a la fe de los discípulos, porque a pesar de que están con Jesús, todavía no entienden su Palabra. Así, la sanación total del ciego antecede a la confesión de Pedro y es como el modelo de sanación de la ceguera de los propios discípulos.

No hay comentarios