El día que Osvaldo Zubeldía jugó una final en Berisso años antes de llegar a Estudiantes
Jugar en Primera División parecía una quimera para Osvaldo Zubeldía con 21 años. Su vida en La Plata antes de Estudiantes.
De físico esmirriado y pelo cortito, Osvaldo Zubeldía llegó a jugar en la cancha de Estrella de Berisso una instancia de semifinal junto a la Selección de Junín a la que fue convocado a último momento. Una etapa provincial que otorgaba una clasificación para jugar el Campeonato Argentino de fútbol, la vigésima edición.
Perdió ante la Liga Amateur Platense, pero Zubeldía hizo el gol que abría el marcador y esperanzó a cientos de juninenses que viajaron 230 kilómetros. Pasaron 77 años de un partido que quedó en el olvido. Hoy 0221.com.ar pone a la luz ese encuentro. Apenas una parte de la vida futbolística de quien recientemente tuvo un monumento en el Estadio UNO. Ese “interprovincial” donde se codeó con figuras, previo a su paso al profesionalismo que fue un año después.
La mañana del domingo 22 de agosto de 1948 se presentó con una llovizna fina, persistente y molesta, no muy alentadora, aunque en la estación del Ferrocarril se empezó a dar el fenómeno del fútbol, que crecía aceleradamente en popularidad. La amplia Avenida 1 que conduce a la cancha de Estudiantes, mezclaron a algunos hinchas del seleccionado de la Liga Deportiva del Oeste que con cara de no haber dormido pegaban el grito de “¡Viva Junín!”, mientras llegaban los de Racing, entonces puntero, que a las 15 visitaba al Pincha.
Zubeldía aguardaba en un hotel ubicado frente a la Estación el atípico horario de las 14, en que empezaba a jugarse la clasificación, en Berisso, bajo un cielo gris y brumoso. El diario La Verdad de ese día informaba que “en la imposibilidad de jugar el encuentro en horas de la mañana en la cancha de Estudiantes o de Gimnasia, que estarán ocupadas hoy, la Liga Platense resolvió que el encuentro se juegue en el field del club Estrella de Berisso”. Además, se adelantaba una hora la iniciación, a fin de que los aficionados puedan disponer de tiempo suficiente para regresar en el tren que salía de Retiro a las 20.15.
Diario "La Verdad" de Junín, con el partido que cumple 77 años
También el plantel volvió ese mismo día, en el mismo convoy junto a la hinchada, que hizo una movilización extraordinaria, también en camiones. El arribo del plantel juninense fue primero a Retiro, donde los esperaron autoridades del Consejo Federal de AFA. Osvaldo era jugador de Buenos Aires al Pacífico (BAP), el club fundado por ingleses que construyeron los ferrocarriles en la Argentina. Con documentos personales, los citaron el sábado a las 11.20 horas, punto de partida desde la ciudad en la que por entonces Sarmiento de Junín competía en Liga y en ese mismo momento construía su actual Estadio Eva Duarte de Perón, por la entusiasta gestión de la propia esposa del presidente de los argentinos. Los clubes más poderosos se nutrían de esos “modestos provincianos” y ésta competencia era toda una vidriera.
El mejor bonaerense se cruzaría en febrero del año ’49 en la etapa final con los clasificados de otras dieciséis “gobernaciones”, tal como está escrito en las memorias y balances de la AFA. Lo cierto es que Junín estaba expectante con su equipo y habían suspendido la fecha liguista por esta semifinal. Se mostraba “habilidoso y batallador”. Su posición era la de entreala izquierdo, y quienes lo vieron jugar dan dado fe de que “tenía una buena técnica, algo mesurada, pero en el juego aéreo era excelente. Rendidor para el equipo, de ir y venir con una entrega total”.
El entrenador Agustín Cosso (1909-1976, nacido y fallecido en Junín, ex crack de Vélez jugó en los primeros años del profesionalismo) no lo había citado en el primer amistoso formal contra Pergamino, ni en otras dos “prácticas abiertas” ante River de Junín. Sin embargo, Zubeldía apareció en el debut contra Chacabuco y convirtió los dos primeros goles, en el 5 a 0. Chacabuquense era su papá Ignacio Zubeldía, sangre de vascos.
Osvaldo Zubeldía en la formación del BAP, el penúltimo en cuclillas
Luego integró el once ante Chivilcoy en un interrumpido triunfo 3 a 0 (al tercer gol se retiró de la cancha el conjunto visitante por aducir “empujón al arquero”) y la instancia que definió la Zona D tuvo de escollo a Zárate, de visita en la cancha de Defensores Unidos, donde Zubeldía selló el 3 a 2 “con un shot corto”. Llegó la semifinal de la Provincia contra La Plata, que venía por otra llave haciendo estragos: 6 a 3 a Chascomús, de visitante; y 7 a 4 a 25 de Mayo, de local también en Berisso.
Aquella jornada brumosa, cerca del río, se inició con un preliminar entre las cuartas de Estrella y Villa Albino, que completaron 20 minutos de una jornada entre menores que en su momento se suspendió por falta de garantías. La cancha quedó pisoteada y poco a poco más fangosa y resbaladiza, todo un potrero. Ahí hoy está la cancha de infantiles de Estrella, siendo un lugar realmente difícil para cualquier visitante hasta fines de 1976 (la dirigencia vendió una parte del terreno a una iglesia).
Camisetas sin números y el gol de pecho de Osvaldo Zubeldía
Todavía no existía la numeración en las camisetas, y los colores y diseño de Junín era ver al mismísimo Estudiantes, con una roja y blanca a bastones. Aquel pibe ni soñaba que iba a ser ídolo eterno como director técnico.
El pibe soñaba y entre sus compañeros se contagiaba de las charlas de un verdadero crack, el puntero Aristóbulo D’Ambrossi, que a sus 31 años jugaba en la Liga Deportiva del Oeste luego de haber integrado “La Máquina”, la popular línea atacante de River que se recitaba de memoria “Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y D’Ambrossi”. Luego perdió el lugar con Loustau. Zubeldía tenía diez años menos que D’Ambrossi y formaron en Berisso el tándem del “a la izquierda”.
Osvaldo Zubeldía (en cuclillas, el cuarto) forma con la Liga Deportiva del Oeste
A los 31 minutos arriba se puso Junín por un gol de Osvaldo Juan Zubeldía, empujando la pelota con el pecho. Los medios usaban aún muchos términos en inglés. Para muestra, el subtítulo del diario “Goal de Junín ”. Y para saber cómo, “Santomé fue penado por hands (mano) sobre un costado de su sector defensivo. La sanción fue hecha efectiva por Tamburelli, en forma cruzada, marrando Cárdenas en su intento, pero Zubeldía, que venía también entrando a la carrera, llevó la pelota con el pecho y la introdujo en el arco, ventaja que compensó sin dudas el mejor desempeño tenido por Junín en este tiempo y que también pudo ser más amplio”.
“En pleno gran barrio de los frigoríficos de La Plata”, como describe el periódico de Junín, el referí Rodolfo Mansilla llamó para la segunda etapa, donde La Plata tendrá una enorme reacción. A los 10 minutos Sabattini tomó un tiro libre anidando el balón en un ángulo. La conquista volvió más incisivos y peligrosos a los locales que cinco minutos después lograron el segundo por intermedio de Minoian. Los autores de los goles eran “players” de Estrella y conocían bien ese campo de juego que el club le prestara a la Liga en forma desinteresada.
Junín se quedó sin D’Ambrossi (no había cambios) al recibir un pelotazo en un ojo. “Los cuatro forwards jugaron más abiertos, cubriendo Zubeldía la plaza dejada por ausencia de su compañero de ala”, dice el comentario. Así y todo los visitantes dispusieron de un tiro penal, pero Cárdenas lo “entregó” débil, algo bajo y escasamente esquinado que permitió al arquero Tata neutralizarlo sin mayor esfuerzo.
Tal vez los de la Liga Amateur Platense aprovecharon las dimensiones del campo (la mínima permitida, 60 por 90, que bautizaron “El Cajón” hasta su clausura en 1976), mientras que los de la Liga del Oeste utilizaba el campo amplio del BAP, donde hacían prevalecer el juego físico y rápido, especialmente de aquel joven Zubeldía.
Homenaje a los campeones provinciales
Los albicelestes se fueron al vestuario con las casacas salpicadas de barro y la emoción de ser finalistas. Los once fueron Tata; Santomé y Reilly; Santillán, Quinteros y Patroni; Cuevas, Alberto García, Juan Minoian, Roberto Bedogni y Sabattini. Este Bedogni de la Selección platense era el padre de Ruben “Pelusa” Bedogni, que muchos más más tarde, pasarían diecinueve, iba a ser campeón con el Pincha, dirigido por el mismísimo Zubeldía, ya un “Zorro”, por su inteligencia en lo táctico y el manejo de grupo, entre otras virtudes. Juan Minoian era el hermano mayor del arquero Carlos Minoian, figura en el Lobo del ‘62 y Boca.
Se bañaron con una caldera que funcionaba a leña. Los perdedores tenían que apurarse para no perder el tren de las ocho de la noche en Retiro. Por la radio a transistores se enteraron que había ganado Racing 2 a 0, dos de Simes, en el viejo estadio de tablones, que también estuvo fangoso. Ese mismo día Azul venció 2-1 a Mar del Plata.
Tres semanas después, el 12 de septiembre de 1948, los de nuestra ciudad ganaron por la mínima diferencia en tierra azuleña y lograron el título bonaerense, pasando a jugar en febrero de 1949 el Argentino. El sorteo del Consejo Federal lo puso primero ante Santiago del Estero, 2 a 2 y triunfo al acertar más goles desde el córner (se definió así, en vez del sistema conocido de los tiros penales para desempatar) y golearon a Trelew 9 a 1). La suerte terminó en Cuartos de Final contra la Liga Mendocina, 0-4.
Zubeldía jugador de Boca, persiguiendo a Guidi, de Lanús.
En la República Argentina había inscriptas 164 ligas en el Consejo Federal, 51 de las cuales estaban en Buenos Aires. En la República Argentina había inscriptas 164 ligas en el Consejo Federal, 51 de las cuales estaban en Buenos Aires. En el mundo del cine se presentó “Pelota de Trapo”, la película en la que participa Guillermo Stábile, uno de los entrenadores insignes, y en el turf reapareció en las pistas Irineo Leguizamo.
El camino hacia Estudiantes
Aquellos auténticos cracks amateurs tuvieron distinta suerte. Minoian, Bedogni y Alberto García jugaron un puñado de veces en el equipo profesional de Gimnasia de 1949. Una noche de entrega de premios a los campeones de 1991, en el Club Pettirossi, calle San Martín al 1000, se rencontraron en un homenaje que promovió la misma Liga. Esa misma temporada en que Zubeldía despegó en una carrera profesional de once años. A pesar de las dudas de sus padres, tomó otro tren del Pacífico a Retiro y de ahí tomó dirección hacia la cancha de tablones que tenía Vélez y llamaban “El Fortín”.
Se fue con otros dos muchachos que habían caído de pie contra La Plata, Mallegni y Nápoli. En tiempos sin empresarios donde bastaba ser bien recomendado, quedaron los tres, en la prueba que tomó el entrenador Victorio Spinetto (1911-1990) que había compartido cinco años de vestuario profesional con Cosso. el DT de Junín que se fijó en Zubeldía. El “Huevo” (por el tamaño de la cabeza lo apodaron a Osvaldo), ese entreala izquierdo, empezó a crecer como jugador sabio.
Festejó el subcampeonato con la V azulada en 1953. Lo compró Boca y se retiró en Banfield en 1960 mientras se metía a trabajar como director técnico en Atlanta. Ayudó a organizar la Asociación de Técnicos y distribuía su propio libro Táctica y estrategia, cuando después de meditar ofertas se decidió por Estudiantes. Ahí donde forjó la gloria del campeón mundial de clubes, veinte años más tarde de aquel partido barrero en la cancha de Estrella, donde gritó un gol de pechito a los 21 años, de un partido que había quedado en el olvido después de tanta fama en lo más alto.








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