Liturgia de este viernes 17 de octubre
San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir. Lecturas del Viernes de la XXVIII Semana del Tiempo Ordinario
Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4,1-8):
Veamos el caso de Abrahán, nuestro progenitor según la carne. ¿Quedó Abrahán justificado por sus obras? Si es así, tiene de qué estar orgulloso; pero, de hecho, delante de Dios no tiene de qué. A ver, ¿qué dice la Escritura?: «Abrahán creyó a Dios, y esto le valió la justificación.» Pues bien, a uno que hace un trabajo el jornal no se le cuenta como un favor, sino como algo debido; en cambio, a éste que no hace ningún trabajo, pero tiene fe en que Dios hace justo al impío, esa fe se le cuenta en su haber. También David llama dichoso al hombre a quien Dios otorga la justificación, prescindiendo de sus obras: «Dichoso el hombre que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le cuenta el pecado.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 31,1-2.5.11
R/. Tú eres mi refugio,
me rodeas de cantos de liberación
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R/.
Habla pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mí culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,1-7):
En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros.
Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»
Palabra del Señor
Reflexión del Evangelio de hoy
La fe que justifica
San Pablo nos recuerda que la justificación no proviene de las obras ni de la ley, sino de la fe, tomando como ejemplo a Abraham. La fe es creer en la promesa de Dios, aunque lo que se espera no sea visible aún. La verdadera justicia ante Dios no se basa en el mérito humano, sino en la gracia que se recibe por la fe, un don gratuito que limpia el corazón y abre a la vida nueva.
La coherencia que da testimonio
Jesús advierte contra la hipocresía y llama a la sinceridad interior. La verdadera fe se manifiesta en coherencia entre lo que creemos y lo que hacemos. Un cristiano no es solo quien profesa palabras, sino quien vive su fe con transparencia, confiando en el cuidado amoroso de Dios incluso en las pequeñas cosas de la vida. Esta coherencia es fruto de la gracia del Espíritu Santo, que debemos pedir cada día.
Espíritu Santo, dame la gracia de vivir con coherencia mi fe, para que mi vida sea un testimonio auténtico del amor de Dios. Amén.
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