Decálogo para entender el momento político del peronismo y del país
1️⃣ La sociedad eligió estabilidad antes que justicia.
El miedo al caos social, político y económico fue más fuerte que cualquier discurso de justicia social. La consigna fue simple: que no se pudra todo. Milei capitalizó ese instinto de conservación nacional.
2️⃣ El peronismo paga la deuda de su propia comodidad.
La renovación que debía llegar después del 2023 nunca sucedió. Los intendentes se blindaron en sus distritos, los gobernadores se cuidaron sus provincias y el movimiento se quedó sin conducción nacional. Hoy no hay líder, ni lo habrá por un buen tiempo.
3️⃣ La derecha dejó de ser una anomalía y se convirtió en sistema.
Existe una porteñización de la política nacional: la agenda se define en la Ciudad, el discurso es liberal y la sensibilidad social se achica. El voto conservador tiene hoy un piso más alto que el progresismo popular. Ese es el nuevo mapa de poder.
4️⃣ El miedo cambió de bando.
El “voto miedo” —antes útil al peronismo— esta vez fue para Milei. El electorado temió que si él perdía, el país colapsaba. Ese reflejo de autopreservación desarmó el viejo relato del “ellos son el peligro”.
5️⃣ La oposición del peronismo ya no moviliza.
Los candidatos nacionales no encendieron a nadie. Las campañas se basaron en reírse de Milei en lugar de entenderlo. Pero la burla no mueve votos; la esperanza sí. Y esa la tuvo el otro.
6️⃣ Buenos Aires ya no es refugio.
El resultado bonaerense de hace unos meses se explicaba por la baja participación y las fugas internas. Hoy, Axel dejó de ser el faro rubio de ojos claros, y los intendentes saben que, si no se despiertan, pierden todos en dos años.
7️⃣ El poder territorial perdió valor.
Los gobernadores que perdieron peso electoral valen mucho menos en la mesa nacional. Sin votos, no hay margen para resistir. Y la Casa Rosada —aunque libertaria— ya lo sabe.
8️⃣ El fenómeno Milei sigue sin ser comprendido.
No es solo un hombre: es un síntoma. Representa la bronca, la antipolítica y el deseo de revancha de sectores medios y bajos contra “los de siempre”. Negarlo o ridiculizarlo es un error estratégico que el peronismo repite.
9️⃣ La política argentina se volvió un espejo global.
Trump, Musk y la ola ultraconservadora influyen más de lo que la dirigencia local quiere admitir. No somos tan antiyanquis ni tan rebeldes como creíamos: importamos ideología como si fuera tecnología.
🔟 Mañana empieza un país más hostil.
Más salvaje, más individualista y menos solidario. Un país donde la palabra “pueblo” se volvió sospechosa y la justicia social suena a gasto. Si el peronismo no redefine su sentido histórico —y no vuelve a hablarle a los trabajadores, no a los punteros—, será solo un recuerdo sentimental.



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